Abstención Católica Activa

Opinión-Política

por  Rodolfo Bardengo

Ex Intendente de Chivilcoy. Pcia. de Buenoss Aires y 

Abogado UBA

En líneas generales, votar por un candidato supone creer que su gobierno perseguirá la prosperidad material del pueblo y su elevación espiritual dentro de un marco moralmente virtuoso. Consecuentemente, el ejercicio del voto queda justificado si se verifica aquella expectativa, ya que de lo contrario se estaría obligando a los ciudadanos a que participen en la elección de propuestas que consideran perniciosas para la sociedad y el país.  

Dentro de este contexto, los católicos enfrentan una situación particularmente grave, porque las alternativas existentes, en mayor o menor medida, colisionan con sus creencias. 

 Además, con el argumento que votar es una obligación ética ineludible, se alienta a considerar solo las conveniencias terrenales de las propuestas presentadas o a elegir al candidato que encarne el “mal menor”.   

 En la práctica, son actitudes que confinan a Dios al ámbito privado y lo excluyen de las decisiones públicas, contribuyendo a la conformación de una sociedad contraria al plan de Salvación. Bueno es recordar las palabras de Jesús advirtiendo que a todos los que renieguen de Él ante los hombres, Él los desconocerá ante su Padre del cielo (Mt. 10:32-33).  

En mi opinión, los católicos no deberíamos apartarnos de unas pocas pautas de discernimiento, que nos ayuden a decidir la conducta electoral a seguir.  

En primer lugar, recordar que el Señor debe ocupar el centro de nuestras vidas, y que todas las decisiones deben buscar que se haga su voluntad y no la nuestra. 

Lo segundo es saber que de Dios solo proviene lo bueno y lo verdadero y, por lo tanto, hay que rechazar la idea de adherir al “mal menor” porque el mal siempre se opone a Dios e impide sus bendiciones.  

En tercer lugar, solo apoyar propuestas compatibles con la enseñanza de la Iglesia, tanto con relación a los valores esenciales al bien común —paz, justicia, solidaridad—, como a los denominados “principios no negociables”, que son aquellas pautas  que nunca se podrán derogar ni dejar a merced de consensos partidistas en la configuración cristiana de la sociedad; tales: «la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la tutela de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, y el derecho y obligación de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas.» (Benedicto XVI. Tercera etapa de la visita “ad limina” de los obispos argentinos. 30/04/2009, entre otras declaraciones).  

Si ninguna de las propuestas disponibles cumpliera con esas pautas, sería un deber abstenerse de votar, porque donde falta ese mínimo bien, solo puede haber error y donde lo hay, no está Dios ni su gracia.  

Sirva decir que se trataría de una abstención virtuosa, que lejos de configurar una irresponsabilidad ciudadana, resultaría un acto de amorosa obediencia y fidelidad a Dios de parte de quienes negándose a sí mismos dejan las cosas en manos del Señor, porque confían que de esa forma, obtendrán mayores bienes de los que pudieran procurarse por sí mismos.  

Finalmente, señalo que es una buena oportunidad para promover un movimiento de ABSTENCIÓN CATÓLICA ACTIVA, mediante un volante a utilizar como “boleta partidaria”, con la finalidad de mostrar una presencia cuantitativa en las urnas y dar un primer paso hacia una organización de pensamiento católico dentro de la política nacional.

Tags:

3 Responses

  1. Excelente el análisis. Deberíamos redactar los principios (casi expuestos en su exposición) para poner en el voto, para cumplir con la ley. Y, por los medios digitales publicarlos para darle fuerza, porque los medios perodísticos y los políticos lo van a ningunear.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Latest Comments