Distributismo vs capitalismo ‘católico’

Distributismo-Economía

por Adrián Bet

El distributismo no es un dogma. Es una solución basada sobre el sentido común y la experiencia de una economía que funcionó durante mil años. Digamos la única que tuvo una sociedad bastante libre —por más que nadie lo llamara distributismo—. Postula que:

  1. La riqueza de la sociedad depende de la propiedad productiva y no del capital o la propiedad improductiva.

  2. La libertad plena implica la libertad económica, lo que significa que muchos sean propietarios, en vez de esclavos asalariados.

  3. La propiedad privada no es absoluta, es un don dado por Dios a los hombres, a modo de administradores responsables, esto es, para el bien común de la sociedad y de todas las criaturas.

  4. El fin de la actividad económica, no es el lucro ni la avaricia, sino que es un medio ordenado al bien común general.

  5. No se puede quitar a los individuos o comunidades menores lo que pueden realizar con su propia industria. El estado debe prestar ayuda a los miembros, no destruirlos o absorberlos.

  6. La libertad de mercado no puede ser irrestricta, es deseable que quien produce goce de los frutos de su trabajo. No hay una ‘mano invisible’ ni un ‘orden espontáneo’ del mercado.

  7. El dinero no tiene un valor intrínseco, sino que es un medio de cambio. Lo contrario es usura y genera la hegemonía del capital financiero por sobre el productivo.

En mi terrible ignorancia, no conozco capitalismo que suscriba a todos estos principios, tan caros para la doctrina clásica y católica. Con ignorancia mayor, creo que la filosofía capitalista es parte del descenso de nuestra civilización. Las soluciones que propone cualquier capitalismo sólo agravan el problema.

Alguno dirá que: «la Iglesia condena el capitalismo salvaje, hay capitalismos compatibles con la DSI». Entonces digo, desde lo prudencial, no desde lo doctrinal, que ningún capitalismo es viable, como tampoco sería viable la toma masiva de sal inglesa —a riesgo de tapar todas las cloacas de la ciudad—, aunque la Iglesia no lo condene.

Lo que observo fácticamente es que hay mucho católico fascinado con el capitalismo, tratando de «bautizarlo», buscando el inciso, la letra chica, el texto particular y olvidado de la doctrina que lo exima de los males que produce. Tal postura, interesante a nivel académico, es contraproducente en lo estratégico y sólo existe en la mente de sus fervientes partidarios. No obstante, y a riesgo de yerro, no parece haber —en los conciliadores de irreconciliables— tanto amor a la verdad, como simple miedo a quedarse fuera de la sociedad mundana. Un amigo me dijo: «es que afuera hace frío, mucho frío».

Entonces, el MCP propone calzarnos las pieles porque, en esta época de tanta nieve, nos toca recuperar la cálida identidad católica, no alimentar el yeti del capitalismo. 

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8 Responses

  1. «…no parece haber —en los conciliadores de irreconciliables— tanto amor a la verdad, como simple miedo a quedarse fuera de la sociedad mundana. Un amigo me dijo: «es que afuera hace frío, mucho frío».

    Entonces, el MCP propone calzarnos las pieles porque, en esta época de tanta nieve, nos toca recuperar la cálida identidad católica, no alimentar el yeti del capitalismo.» 

    FANTÁSTICO

    • Pensadores insospechables de heterodoxia como Sacheri o Gorostiaga hicieron una clara distinción entre capitalismo y liberalismo, siguiendo a León XIII, San Pío X, Pío XI y Pío XII. Se puede ser católico y anticapitalista pero no todo capitalismo es incompatible con ser católico. Por de pronto, sin capital (máquinas, herramientas, dinero, etc.) no se pueden transformar los recursos naturales en bienes y servicios, por más trabajo que haya. Que la propiedad sea productiva o no depende más de un orden juridico-politico que aliente las inversiones y no que las dificulte con inflación, impuestos confiscatorios, un gasto publico excesivo e ineficiente, etc. El lucro no es el fin principal de las actividades empresariales, pero un fin de lucro sano es lícito. Que el trabajador goce de los frutos de su trabajo (participación en las ganancias a nivel de empresa local o de ramo de producción) es aconsejable, más no una exigencia del derecho natural, como bien lo aclaró Pío XII. Lo exigible por derecho natural es el salario y el precio justo, la reciprocidad en los cambios, el principio de subsidiariedad, entre otros. Cierto orden espontáneo, cuya causa eficiente es Dios, es una conjetura interesante para explicar fenómenos como el lenguaje, la moneda o el mercado. Lo que no implica dejar todo librado al orden espontáneo. En cuanto al dinero no es sólo ser unidad de medida y medio de cambio, sino también, desde elglo XIV, reserva de valor y bien de capital. Eso explica la aparición de nuevos títulos extrinsecos que justifican una nueva compensación por el préstamo otorgado, siempre que el objeto sea lícito, se defienda la reciprocidad en los cambios, los derechos de terceros o el bien común político. No respetar esos criterios sí es usura.

      • Excelentes salvedades,
        incisos y precauciones.
        Viene a cuidar tantos dones
        del señor capitalismo.
        Pero, de tal forma, dicho,
        o no existe, o bien, se esconde.

        Yo le animo, don Fernando
        a que deje la entelequia.
        Andar solo por la huella
        suele ser decepcionante.
        Conciliar lo inconciliable
        pare absurdos y quimeras.

        De teorías no hablamos,
        sino prudente virtud.
        Qué Cristo le dé su luz
        de comprender tal mensaje.
        Distributismo es un viaje
        para llegar a la cruz.

  2. Lo unico que salva a los hombres de quedar sujetos a la avaricia y maldad de muchos hombres es la propiedad productiva. Sin la cual pasamos a ser engranajes de una maquinaria infernal llamada capitalismo.

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