Tan lejos y tan cerca

Discurso-Hispanidad-Literatura

por Patricio Lons

Sr. Comandante del buque escuela Sebastián Elcano, capitán de navío Don Santiago de Colsa Trueba, plana mayor y tripulación.

Estimados amigos. Tan lejos y tan cerca es la metáfora de nuestro encuentro de hoy. España y las Indias, la península y el Río de la Plata, Sanlúcar de Barrameda y la ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires. Lugares distantes en miles de kilómetros y cercanos en el alma española y americana.

En este momento nos encontramos a pocos kilómetros de uds. caballeros marinos de Su Majestad, don Felipe VI, quién también es guardiamarina de honor de la Armada Argentina. Vosotros a bordo de la embajada española más importante, vuestro buque escuela y yo en mi escritorio en tierra argentina lamentando no poder caminar vuestra cubierta. Pero más que nada, estamos muy cerca en millones de corazones agradecidos a la Madre Patria, nuestra querida España.

Uds. reiterarán nuevamente en este viaje de instrucción número XCIII y con justo derecho, la mayor gesta de la humanidad, la epopeya de Sebastián Elcano. Será un viaje memorable por hacerlo en el Quinto Centenario del primero, de aquel viaje extraordinario que solo hombres como los que puede parir España, pudieron hacerlo.

Hay un mundo antes y después de Magallanes y Elcano. Un orbe inconexo que, tras esta expedición, la más grande luego de la de Cristóbal Colón, se une en una gran humanidad planetaria que empieza a conocerse en cada rincón de la Tierra. Una campaña más significativa para la civilización humana, que los vuelos tripulados al espacio.­

Magallanes y Elcano hilvanaron nuestros destinos. Los de toda la humanidad. Lo hicieron acorazados de un ímpetu y una convicción anímica, que les venía de lo más profundo del espíritu de su herencia. Nadie pudo decirles adónde iba el camino, ellos lo construyeron. Navegaron con los errores de la geografía ptolomeica y aún así descubrieron los senderos correctos en la inmensidad de los mares.­ Gracias a ellos el Océano Pacífico se convirtió en el Lago Español.

Esto me llevó a pensar que, cuando se habla del alma, esta se puede definir desde la fe, pero para quien quiera verla corporizada, puede hacerlo en el esfuerzo homérico de estos enormes e increíbles supervivientes de las vicisitudes más exigentes a las que se puede someter a los hombres de mar.­

Estos extraordinarios marinos, que prediciendo los versos de José María Pemán en el himno de España, se lanzaron sobre el azul del mar, al caminar del sol, al occidere, adonde el astro muere; es un himno que poéticamente nos incluye a nosotros, consolidando nuestra hermandad. Y así unieron Occidente con Oriente.­ Una gesta extraordinaria y absolutamente española en su génesis y en su conclusión, aún cuando llevase tripulantes de otras naciones como griegos e italianos.

Magallanes tiene el mérito de haber bautizado nuestra patria argentina que hoy recibe honrada en sus mares vuestra presencia. El 1º de abril de 1520, en el actual Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz, se celebró por primera vez, la Santa Misa en lo que es hoy nuestro territorio nacional. Era entonces ese día la festividad del Domingo de Ramos. La orden fue impartida por Hernando de Magallanes, comandante supremo de la misión y el celebrante fue el sacerdote español, nacido en Écija, Pedro de Valderrama. Por eso podemos decir, sin temor alguno a equivocarnos, que éste es el día en que nació una nueva España de este lado de la Mar Océano, la patria hispánica argentina, que recibió en ese día y como un regalo, otros 1.500 años de civilización europea cristiana. Hemos cumplido quinientos años de historia en estos lares. Sin mengua de recordar siempre al 12 de octubre de 1492, cuando dio a luz ante el mundo, la gran nación española en las Indias bajo el mandato de Isabel la católica, reina de Castilla y nuestra primera soberana en el Nuevo Mundo.­ Reina tan nuestra como vuestra. Nuestro gentilicio continental bien podría ser el de castellanos o isabelinos.

De aquella bahía de San Julián, 462 años después de aquella misa, despegaban los halcones de nuestra gloriosa Fuerza Aérea Argentina, émulos de aquellos héroes ibéricos y de los Tercios de Flandes, de los valientes de El Riff, El Alcázar y de Krasny Bor, para enfrentar un nuevo ataque al legado español en América. Por eso solo, por ese mojón en la Patagonia, Magallanes y Elcano son imborrables de la memoria de los argentinos. Por favor recuerden esto en cada viaje de vuestro buque escuela, cada vez que pasen por aquellas aguas.­

En 1982, el primer caído en combate también fue un marino, el capitán de corbeta IM Pedro Edgardo Giachino Rearte, que haciendo honor al coraje legado por don Juan de Austria al saltar sobre las naves otomanas en Lepanto, este joven oficial saltó a la conquista de la casa del gobernador inglés, convertida en ese momento en fortaleza. En mi caso personal tengo el honor de que mis dos hermanos mayores Luis y Guillermo Lons, participaron como oficiales navales de aquella guerra y que lo hicieron con el mismo espíritu de marinos legendarios como Luis de Córdova, Álvaro de Bazán, Blas de Lezo en Cartagena de Indias en 1741 y de Santiago de Liniers en Buenos Aires en 1806, todos victoriosos contra Inglaterra, la que solo nos puede ganar en el cine pero no en combate. Además, un antepasado mío alemán falleció en la batalla de las Malvinas de 1914 como oficial de S.M.I. el káiser. Como verán, los vientos marinos son parte de mi historia familiar y siempre contra nuestro enemigo común británico, quién siempre temblará ante un Tercio español o un aviador argentino recién confesados.

Nuestra historia es continuidad de aquel fabuloso, extraordinario imperio español que durante tres siglos, trajo paz, desarrollo y prosperidad a estas tierras.

Por eso, quiero aquí agradecer muy especialmente a los tripulantes del buque escuela español Sebastián Elcanoel sentido homenaje que vuestra nave le hiciera a los 44 tripulantes del submarino A.R.A. SAN JUAN, caídos en cumplimiento del deber en el 2017, correspondiendo así con vuestra camaradería, a la participación de la marina argentina con los buques Tucumán y 25 de Mayo en el rescate de 1491 españoles en el puerto de Alicante entre agosto de 1936 y junio de 1937, cuando se empezaba a teñir de rojo la piel de toro.

España sobrevivió una vez más después de la tragedia y demostró la fortaleza de su civilización. Aquella civilización que construyó un mundo, otra España entera en estas tierras, la que nos trajo el orden romano, la filosofía griega y la fe de Tierra Santa de la mano del coraje numantino español. Por eso decía el padre Castañeda en Buenos Aires allá por 1810: Por Castilla fuimos gente” Como símbolo de aquel espíritu inquebrantable al cual ustedes y nosotros aquí sus hermanos, les recuerdo las palabras del almirante Blas de Lezo y Olavarrieta que dijo: “Dile a mis amigos que morí como buen vasco, amando la integridad de España y su imperio”.

Queridos marinos españoles, recuerden siempre donde vayan y en cada acto de sus vidas, que uds. son los mejores soldados de la Cristiandad, como los calificó el Conde de Leicester, enemigo inglés de los Tercios de Alejandro Farnesio. Compartimos con ustedes, sangre, lengua, fe, civilización y enemigos. Y a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, patrona de las infanterías de España y Argentina y de cuyo manto que impregna a la Orden de Carlos III, fundador del virreinato del Río de la Plata allá por 1776, tomamos sus colores para nuestra bandera en 1812. Por eso, de alguna manera en el milagro de Empel en Flandes, cuando esta devoción mariana se encarnó en los infantes españoles, nació nuestro espíritu de fidelidad a España que tenemos los argentinos de bien. Vaya como ejemplo de todo eso la inmortal carta del teniente Estévez oficial de comandos caído en combate en las Islas Malvinas en 1982 y que le escribió a su padre antes de morir diciéndole: “papá, gracias por hacerme argentino, católico y de sangre española”, frase que en pocas palabras unió a la bandera argentina con las roja y gualda y con las victorias militares en mares y tierras de la gloriosa Aspa de Borgoña, bandera oficial en cinco regimientos del Ejército argentino, entre ellos el Regimiento “Patricios”, cuyo abanderado todavía hoy, porta esta bandera y su banda desfila al compás de Marcha Granadera, base del himno de España. También es bandera oficial de Chuquisaca en Bolivia y de Chiloé en el sur de Chile, además de serlo en Alabama y Florida, territorios antiguamente españoles de los actuales Estados Unidos.

Les agradezco vuestra atención y para despedirme les pido lo siguiente. Cuando vuelvan a Cádiz, saluden con una oración en el Panteón de los marinos ilustres a nuestro gran héroe don Santiago de Liniers y Bremond, virrey y Conde de Buenos Aires, vencedor dos veces de los ingleses que intentaron invadir Buenos Aires en 1806 y en 1807 y que, cuando vinieron los vientos revolucionarios traídos por los ingleses en 1810, fue fiel al trono y al altar aún a costa de su vida. Fue fusilado por los revolucionarios criollos que en grado sumo de desagradecimiento lo enviaron a matar y quienes jalaron el gatillo fueron fusileros ingleses que habían quedado en Buenos Aires desde 1807 ayudando en el complot para romper a España en América. Nada pudieron hacer para doblegarlo. Enfrentó a la muerte cara al sol y con el Rosario en la mano. Le quitaron la vida pero su nombre resonará en la eternidad como un nuevo Cid Campeador en el Río de la Plata. Junto a Liniers murió fusilado Gutiérrez de la Concha, cuyo hijo nacido en estas tierras americanas, emigró junto a su madre y hermanos, ingresó al ejército español y con los años se convirtió por su valor en combate, en el general más condecorado del reino de España, varias veces con la Laureada de San Fernando y un título nobiliario.

Caballeros del mar; todos aquellos honorables y ejemplares marinos y soldados que nombré, verdaderos caudillos de nuestra raza, ya rindieron cuentas a Dios y hacen guardia por nosotros sobre los luceros. Todos ellos supieron morir, porque sabían porqué vivían. Por eso a los muertos por la patria, hay que dejarlos descansar en sus mausoleos y no profanarlos en sus tumbas. Por todos los valientes muertos por Dios y por España, por nuestra historia común y nuestros emblemas y héroes compartidos. ¡Por Gibraltar y Malvinas! ¡Arriba España y arriba Argentina!

¡Que la Virgen Stella Maris, patrona de los navegantes, los cubra con su manto!

¡Muchas gracias!

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