Las palomas, las serpientes, y el león

Opinión-Política

por Leandro Blásquez

Una vez por semana, mi viejo amigo Francis pasa por casa a visitarnos. Tomamos unos mates con algunos churros de dulce de leche o chipá (que siempre trae él), mientras conversamos de diversos temas y analizamos las “sorpresas” que nos regala este mundo sublunar, y muy especialmente la realidad argentina, que siempre supera cualquier ficción.

Ayer fue uno de esos días. Después de hacer algunos breves comentarios sobre el partido entre Colón y Central (aunque este amigo es de Patronato), pasamos a lo serio.

¡Qué buena estuvo la charla con Allegri! —me dijo.

Sí, fue un deleite —le contesté.

Escuchar hablar de Política y politiqueros de forma cuasi poética, es algo a lo que no estamos acostumbrados. La verdad es que Eduardo nos regaló frases y pensamientos muy elevados y profundos, pero a la vez simples, para que los entienda el hombre común, al decir de su admirado Chesterton.

Con el correr de los minutos, el tema nos fue llevando nuevamente a la figura de Javier Milei y sus libertarios. (Ya sé que varios verán una contradicción entre decir que pasamos a lo serio, y que esto tenga que ver con el León y sus serpientes amarillas, pero esperen un poquito)

¿Cómo puede ser que los tipos que hasta hace tres meses criticaban a Milei, hoy, muchos de ellos, te digan con una naturalidad asombrosa que lo van a votar? —le pregunté a los efectos de analizar el tema juntos. Pero la respuesta de Francis fue al hueso, no dio lugar a mucha reflexión:

Es que los liberales no tienen una escala de valores fija. La acomodan según las circunstancias, porque justamente son liberales, y la Verdad no les importa —dijo mientras miraba como los chicos se comían todos los chipás que tan generosamente había traído esa tarde.

¡Cuánta verdad en tan pocas palabras! ¡Y cuánto que tienen que reflexionar aquellos católicos bien formados que ven en el despeinado una opción electoral! Yo no soy necio y admito que proclama algunas verdades, pero ¿qué hacemos con su cuasi sionismo, con la democracia liberal que, según sus propias palabras, será una de las bases de su gobierno? ¿Qué hacemos con su visión utilitarista y mercantilista de la vida? Y cuando dice que el mejor presidente de la historia argentina ha sido Menem, ¿nos tapamos los oídos? ¿Qué entiende por libertad? ¿Aquella que cuando éramos chicos nos decían que era libertinaje?

¿Y su ideal del anarcocapitalismo? ¿Sus intenciones de llevarnos a una moneda extranjera? ¿Y su visión del Estado como causa de todos los males? ¿Qué decir de la justicia social entendida como un robo? ¿Y la tan proclamada mano invisible del mercado, que no es otra que la mano de los banqueros usureros?

¿Qué hacemos cuando cita la definición de liberalismo dada por Benegas Linch y dice que es el respeto irrestricto del proyecto de vida de las personas? ¿Su afición por el “sexo tántrico”, nos dice algo? ¿El “pueblo” va a votar si quiere seguir con la ley de aborto, o si quiere derogarla?

¿Cómo encaja todo esto en la cosmovisión católica? ¿Dónde queda la Verdad?

¡Vamos amigos! Abran los dos ojos y destapen sus dos oídos. Nosotros conocemos el Camino, la Verdad y la Vida. Tiene nombre y rostro: es Jesucristo, justamente de quien el libertario quiere renegar. No vaya a ser que lo dicho por Francis se aplique a nosotros, justificándonos en una astucia propia de palomitas de plaza.

 

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