El señor Balashor y su admirado Milei o la apoteosis de la contradicción

Opinión-Política

(Apuntes de politequería soteriológica)

por Marcelo Zarlenga

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí.

El señor Balashor vive gritando “¡Viva Cristo Rey!”, y apoya a un candidato que refiere creer “en Dios, pero no me siento identificado con la institución Iglesia, creo que no contribuye a mejorar la espiritualidad de los seres humanos”. En todo caso, de restauración de la Cristiandad, menos que nada. Claro que otro día el candidato va a afirmar que es católico y al día siguiente que ha pensado en convertirse al judaísmo, y al otro vaya uno a saber qué cosa.

El señor Balashor se jacta de su condición de malvinero y apoya a un candidato que “se identifica” (sic) con Margareth Thatcher (que le vaya a aclarar a su abuela que se refería a su perfil político, como si fuera inescindible de su condición de asesina de nuestros compatriotas en provecho propio) y cuya eventual canciller afirma que respetará “los derechos” (sic) de los isleños (que por lo visto comprenderá el de autodeterminación, siempre blandido por el usurpador británico)

El señor Balashor vive recitando las encíclicas sociales hasta la fatiga y apoya a un candidato que dice a quien quiera escucharlo que la justicia social es “una aberración”.

El señor Balashor hace una militancia del respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, no se pierde una marcha, participa de todas las redes y de unos 20 grupos de wapp, pero apoya a un candidato que se manifiesta a favor de la eutanasia, de la venta de órganos y que somete la vida de las personas por nacer a la tómbola de la mayoría rouseeauniana. Y que, por lo demás, en todo el período que lleva calentando la poltrona legislativa -a la mejor usanza de “la casta”- no presentó un solo proyecto para que se derogue la abominable ley de aborto, así fuera para instalar el tema.

El señor Balashor está contento porque el candidato dice que va a quitar la ESI, y el Ministerio de la Mujer y otras fábricas de corrupción de menores y de ñoquis, y lo apoya entusiastamente, aunque el mismo candidato se jacte de manera pública y reiterada de los “tríos” que ha conformado en épocas no tan lejanas y de su actual condición de profesor de sexo tántrico, ofreciendo detalles de dicha actividad docente.

El señor Balashor dice que por su condición de patriota y nacionalista abomina del liberalismo, tiene en su casa retratos de Rosas por todas partes y apoya a quien hizo de esa postura – y bajo su forma de reduccionismo economicista- una suerte de religión con sus dogmas, sus ritos, y sus popes.

El señor Balashor es un papólatra empecinado, a quien hasta la más respetuosa observación crítica a Francisco lo saca de quicio y le hace mesar los cabellos y romper amistades, pero apoya a un candidato que lo califica como “un personaje de lo peor y de lo más nefasto” (sí, ya sé, ensayó un tibio pedido de perdón, atorado por Massa. Peor aún, ya que quedan sólo dos posibilidades: o es un irresponsable que dice la primera pavada que se le ocurre, o un cobarde que no tiene resto para sostener la parada).

El señor Balashor vive denostando a la “partidocracia” y apoya a un candidato que llenó sus listas de personajes de “la casta”, continuando no obstante su diatriba contra la misma sin ponerse colorado, con esa psicopatía “light” tan propia de…”la casta”, justamente. Ello sin mencionar que -para muestra suele bastar un botón- su candidata a vicepresidente difundió exultante en sus redes la invitación que le formulara Picchetto -emblema de “la casta” si los hay: anticatólico, fervoroso promotor del asesinato de personas por nacer, kirchnerista devenido en macrista etc.etc. a la presentación de su libro cuyo título, como ocurrirá con él, ya cayó en el olvido.

El señor Balashor fue un cruzado contra la plandemia en las redes: no había día en que no publicara algo contra las seudovacunas y su totalitaria imposición, contra la cuarenterna que llevó a la quiebra a miles de comerciantes pequeños y dejó sin trabajo a otros tantos cuentapropistas y que desarticuló por completo el sistema de salud (excepción hecha de la comisión de asesinatos de personas por nacer que seguían siendo privilegiados, postergando la atención de padecimientos oncológicos, por ejemplo) y vota a un candidato que, después de hacerse el guapo contra los poderes centrales, se hizo inyectar vaya a saber qué cosa, sometiéndose dócilmente a la OMS, Soros, Bill Gates y toda la runfla, para ganarse unos dólares como honorarios por conferencias en los EEUU. (Me vino a la memoria la película “Por unos dólares más”).

En fin, cada uno vote al que quiera. Para eso llevamos “40 años de democracia”, como reza la propaganda oficial (que añade “siempre”), y repiten exultante los periodistas. Aunque el resultado tangible de esas cuatro décadas sea una miseria en aumento, un enriquecimiento sin límites del patrimonio de los partidócratas (el caso de Insaurralde es otro botoncito de muestra), la demolición de nuestras FFAA dejándonos al borde de la indefensión, un aumento sideral del endeudamiento externo, la perversión del concepto de salud, que de sanar ha pasado a significar asesinar y a los más vulnerables e inocentes, una corrupción galopante de nuestros chicos en escuelas públicas y aún privadas -por injerencia del Estado totalitario-, un sometimiento vergonzoso a una simple oficina de la Plutocracia Transnacional (OMS) que arrasó con todo el sistema legislativo argentino durante más de un año (eso sí, los partidócratas seguían con sus fiestitas, como el felpudo de Alberto), una inseguridad incontrolable gracias a la desmovilización zaffaroniana de la justicia y de la policía, el narcotráfico ya ocupando territorios y exhibiéndose impunemente aún en estadios deportivos, la multiplicación al infinito de ñoquis (revelada plásticamente en el reciente caso del llamado “Chocolate”) y un interminable etc.

Como digo, cada uno votará a quien quiera. Pero al menos sepa a quién vota. Y hágase cargo de las consecuencias.

No necesitamos una democracia partidocrática mejor, sino algo mejor que la democracia partidocrática.

 



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5 Responses

  1. ¡Excelente artículo!. Describe con absoluta precisión a muchos compatriotas que, a no dudarlo, ya son parte de la confusión que se vive por estos tiempos. Y para peor, toda vez que uno intenta llevarlos al razonamiento correcto, adoptan una postura rígida e intolerante y se convierten en enemigo de quien intenta ayudar. ¡Tiempos de confusión y apostasía… tiempos apocalípticos. Excelente artículo!!! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina! ¡Por Dios y por la Patria!

  2. Excelente radiografía del Sr. Balashor, a quien no le da la nafta de la fe, para patear el sistema demoniocrático de circo sin pan al que nos someten. Es que el Sr Balashor, no se da cuenta de que le hacen adorar a la diosa democracia y a la diosa república, antes que a la Santísima Trinidad: falta al 1er mandamiento.

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