¿Dos años sin el maestro?

Homenaje-Opinión

por  Leandro Blásquez

Este 12 de octubre 2023 se cumplen dos años de la muerte de mi querido maestro y amigo, Héctor H. Hernández. ¿Cómo olvidar aquellas primeras horas de la mañana en la que me enteré de tan triste noticia? Tantos recuerdos, tantas charlas, tantas jornadas, congresos, conferencias, libros…

Aquel día, junto a un amigo y mi suegra, agarramos el auto y nos fuimos para San Nicolás bajo un cielo gris y lluvioso. Por cierto, no era un día más del calendario: era el día de la Virgen del Pilar y de la Hispanidad.

Llegamos justo para las exequias y su posterior entierro. El ataúd cubierto con la bandera argentina es una imagen que jamás olvidaré. 

 

La Argentina, su pasión y su herida, despedía a uno de sus mejores hijos. Y, como ya nos tiene acostumbrado esta Nación que nos duele, lo hacía sin ningún tipo de reconocimiento oficial. Sólo su familia y amigos. Nada nuevo bajo estos cielos que cubren a un pueblo distraído y que algún día deberá rendir cuentas por tamaños olvidos.

Debo reconocer que aún me cuesta hablar de Héctor y que el sentimiento no me traicione. La sensación de un pequeño nudo en la garganta aparece cuándo de él se trata.

 

 

Pero ese sentimiento tiene una causa gigante: hace muchos años Héctor había iluminado a mi papá con sus enseñanzas, éste transmitió a su familia lo que “el Dr. Hernández” le enseñaba, y yo tuve la Gracia de haberlo reencontrado en aquellas inolvidables Jornadas de Formación que se realizaron en el GADA de la ciudad de Santa Fe en agosto del 2001. Desde ese mes y año, siempre estuve unido a él, tanto en Rosario, como en Santa Fe, lo que me hace concluir que mi vida no hubiera sido la misma sin la existencia de este gran maestro.

 

En Rosario todas las semanas nos reuníamos alrededor de una de las mesas del bar de la librería Ateneo, junto a otros amigos del C.E.U.R., para conversar de diversos temas. Siempre llevaba material para la ocasión, nos regalaba algún libro, y nunca faltaba su pedido de recensión. Nos decía que hacer recensiones era el primer paso para comenzar a escribir. Y quienes le hacían caso, veían su trabajo publicado en el Diario de Filosofía del Derecho que él dirigía. Nos impulsaba, nos promovía, quería que subiéramos al ring. Y, cuando nos animábamos, lo hacíamos sabiendo que él estaba detrás para respaldarnos, como un buen entrenador. Nos sabíamos enanos subidos a los hombros de un gigante. Corríamos con ventaja…

Algunos tuvimos la “suerte” de poder viajar a Mar del Plata para participar de los Congresos de Estudiantes y Jóvenes Abogados que él organizaba. Hay que decir que Héctor hacía todo lo posible para que quienes tenían problemas económicos para asistir, pudieran, a pesar de la falta de billetes y monedas, viajar y hospedarse. Esa “suerte” no era otra cosa que el subsidio económico generoso de quien quería que no nos quedáramos sin ir por cuestiones vinculadas al vil metal.

 

 

Con el pasar de los años, y tras haberme mudado a Santa Fe, el contacto lo continuamos a través del teléfono, del correo electrónico, y más adelante del whatsaap y de las video llamadas.

Héctor visitó un varias oportunidades esta ciudad, ya sea a causa de las invitaciones que le hacíamos con el Centro de Estudios Universitario P. Leonardo Castellani (para presentar sus libros, o para que dictara alguna conferencia), o cuando en ocasión de sus asiduos viajes a la ciudad de Paraná, nos avisaba para pasar a saludarnos aunque sea media hora. 

En los últimos años, a partir de la plandemia, los miembros del C.E.U.P.L.C. decidimos armar el canal de YouTube llamado Posada Errante. Y esto merece una mención especial: cada vez que terminábamos de hacer los programas, a los dos minutos recibía una video llamada de Héctor para decirme que nos había visto, sugerirnos algo, y darnos ánimo para continuar. En ese tiempo me decía que veía la Posada mientras cenaba con su gran Ana, a quién se refería, fiel a su buen humor, como su “actual pareja”…jaja.

 

 

Fue un gran intelectual, que también era práctico, que había sido un excelente jugador de fútbol, con quién se podía hablar de muchos temas (con esto quiero decir que era un tipo normal, no un intelectualoide), por eso, cuando nos juntábamos, también nos divertíamos.

Hoy, al ver en el pantano en que se sumerge nuestra Patria, y aún peor, ver la apostasía de la jerarquía de nuestra Iglesia, me vienen a la cabeza muchas de las enseñanzas y comentarios de Héctor. A cada rato pienso qué diría del retorno del liberalismo a la Argentina, del perverso Zaffaroni en el Vaticano, del Sínodo de lo sinodalomismo, de la persecución de lo bueno, de lo verdadero, de lo bello, de la deserción de los católicos renegando del “quasprimismo”, etc, etc.

Y por eso este breve testimonio lleva en el título signo de preguntas. Es que el maestro sólo ha muerto, pero está tan presente como antes, y más. En cada cuestión, en cada debate, en cada tema que merece una reflexión, está Héctor. Está con sus libros, con lo que nos enseñaba en cada café, en cada asado. Está presente porque nos ayudaba a pensar, no a repetir. Porque nos hizo discípulos de la Verdad y nunca quiso que fuéramos una especie de fans suyos que repitieran como loros.

El maestro no se fue. Está en nuestro corazón, en nuestra forma mentis. ¡Cuántas veces me he escuchado decir “Héctor diría que…”! 

Valga este humilde escrito como homenaje a quién sigue estando conmigo de una manera más profunda que cuando vivía aquí en la tierra.

Termino con dos líneas, que son parte del hermoso poema escrito por José Quijano en ocasión de la partida de nuestro maestro a la Casa del Padre:

“…La lucha continúa, tu escuadra aquí está lista:

aún muerto te seguimos, como al Cid Campeador”.

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4 Responses

  1. Adelante Leandro, creo que el amor paternal que le profesamos a los grandes maestros como Hector, se traduce en la continuidad de sus obras y enseñanzas…recemos por su alma e interseción..José Villaba de Paraná.

  2. Muy lindo artículo Leandro !!!!
    Perdón por mi demora en aparecer por acá, pero realmente el Héctor que pintás, es el Héctor que todos vivimos, algunos más que vos por una cuestión de edad, pero menos en intensidad y cercanía por una cuestión de distancia.
    Muchas Gracias por el lindísimo y sencillo homenaje al maestro !!!
    Abrazo Grande !!!

    José María Sacheri

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