Cartas desde el Valle Azul

Cuento-Iglesia-Literatura

por Mercedes Giglio

Mi querida Juana, dijo la abuela esa tarde de abril, fría y apacible, a su nieta. Recuerda que una vez a tu gran santa patrona, la nombraron hereje, relapsa… y otras cosas más. Fue lacra de la Iglesia, fue excomulgada y considerada hereje. Hoy a varios cientos de católicos les sucede lo mismo, pero no es tan fácil de verlo …

¿Y por qué no es tan fácil de verlo, abuela? Para mí es tan sencillo…

Querida mía, paciencia. Tú has experimentado de cerca lo que significa la apostasía de la jerarquía eclesiástica, hecho que te ha llevado a indagar por ti misma las verdades de Fe… has debido estudiar por ti misma los temas confusos, pues, el hecho de llevar una sotana y saber algo de latín, no es garantía hoy de ortodoxia. No niña mía, por los frutos los conoceréis …

Pero abuela… es tan simple ver que al mal se le abren las puertas y que se persigue al bien en el seno mismo de nuestra santa Madre Iglesia. ¿Eso ya no es suficiente motivo para desconfiar de la institucionalidad y qué credenciales, licencias y otros resguardos de los templos pierden valor en el estado de necesidad en que estamos? ¿Por qué cuesta tanto ver, abuela, que estamos exiliados en el desierto y son los mismos tiempos que las persecuciones de los primeros cristianos, solo que ahora los paganos están dentro de la iglesia, camuflados?

Hija mía, tan sencillo como que somos hijos de Adán y débiles, y el conocimiento llevaría a un cambio de vida profundo y radical, y a veces, solo el dolor es capaz de abrirle esa puerta…

Ah… entiendo, abuela… quizás en el caso de Mari… Sí, sí, a ella le negaron la comunión en la boca y la desautorizaron frente a los niños del catecismo. La humillación… qué gran combate.

Tu abuelo y yo vivimos una gracia similar, ya te contaré. Pronto descubrirás pequeña que la cruz es una gran gracia que Cristo regala, y entonces esa comprensión que tú entiendes es solo un regalo inmerecido por el dolor, y una puerta que solo se abre si uno acepta llevar la cruz un trecho largo, junto a Cristo y con Cristo.

(Cartas desde el Valle Azul, pág. 40) 

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