por el Dr. René Navarro Albiña
Del libro "HispanoCatolicidad. Breves ensayos para desmontar la leyenda negra" 
Para no pocos, la voz “hispanocatolicidad” sería un pleonasmo. Hasta una cacofonía, un símil al sintagma «hemorragia de sangre». La uso, porque en el programa de Youtube “Matices: No todo es blanco o negro”, hemos hecho una serie dedicada al tema, y es posible afirmar que la unidad y defensa de la cultura y del idioma español, no pueda ir separada de la reivindicación de la religión católica. La pérfida Albión es especialista en prohibir al resto lo que ella tiene y goza, y a la inversa, en obligar a tener y sufrir, lo que ella no soporta o padece.
El tema es más profundo del que aquí apretadamente se dice, baste señalar las siguientes, interrogantes sintéticas, a saber: ¿Tienen Constitución escrita? No, pero han impuesto al mundo tenerla, so pena de ser tachados de neobárbaros, como en el caso del ladrón detrás del juez; ¿Tienen separada su iglesia de su Estado? No, de hecho el líder de su iglesia es su rey, y sus párrocos son funcionarios del Estado.
No obstante ello, su propaganda ha calado tan fuerte, que hoy estas simples preguntas, encierran neodogmas que en realidad son pseudodogmas; ¿Tienen República? No, pero imponen el fundamentalismo democrático en toda Hispanoamérica, que ya parece burdo seguir llamando así: “Latinoamérica”.
A muchos (sobre todo a les muches), debiera darles urticaria hablar de religión. El enorme filósofo español, Gustavo Bueno Martínez (en Dios Salve a la Razón) expresó que; «Es el Dios de los cristianos quien ha salvado a la razón humana a lo largo de la historia de Occidente (…) El que no se interesa por la religión es alguien ciego, porque la religión es un fenómeno histórico y cultural absolutamente fundamental en la historia de la Humanidad, como la música o el arte (…)». Bueno Martínez, se mostró muy crítico de lo que él calificaba como «posiciones de progresismo cultural» que consideran la religión como la causante del atraso de Europa y, más concretamente, de España. Señaló que esta idea es un bulo, y exhortaba a recordar los avances científicos propiciados por religiosos, empezando por Copérnico. Por eso, estudiar la religión tiene que interesar a todo el mundo. La leyenda negra antiespañola, se confunde con la leyenda negra anticatólica. En esa tesitura, rescatamos a Sir William Cobbett.
William Cobbet (1763-1835) fue un historiador inglés, aunque la vulgopedia diga que fue un panfletario. Sin ser español ni católico, Cobbett abogó por la causa de la emancipación católica. Entre 1824 y 1826 publicó en su idioma natal un texto que debe reeditarse en español. La versión que hemos ocupado, tiene por título completo: «Historia de la reforma protestante en Inglaterra e Irlanda, en la cual se demuestra que dicha reforma ha empobrecido y degradado la masa del pueblo en ambos países. Escrita en una serie de cartas dirigidas a todos los ingleses sensatos y justos, por SIR WILLIAM COBBETT». Traducida del Inglés al Castellano por Alfonso Chalumeau De Verneuil hecha el año de 1834.
Narra las sangrientas persecuciones de los católicos en Gran Bretaña e Irlanda. Pese a que nada se dice (producto —sin temor a equivocarnos— de la leyenda negra anticatólica), hasta hace muy poco en términos históricos, a los católicos se les prohibía ingresar a ciertas profesiones o convertirse en miembros del Parlamento. Oficialmente era delito asistir a misa o construir una iglesia católica. Sí, léalo de nuevo, aunque sus ojos y cerebros no procesen esta información (máxime considerando que la inquisición debe ser la mala, muy mala… maldita…): «a los católicos se les prohibía ingresar a ciertas profesiones o convertirse en miembros del Parlamento. Oficialmente era delito asistir a misa o construir una iglesia católica.»
Antes del coloso Chesterton, existió William Cobbett, y con éste muchísimos en la misma sintonía (aunque no lo sepamos o no lo recordemos o ni le diéramos importancia, porque lo obvio es lo que está ahí, frente a los ojos en la vía, en el camino ab-vía). Bajo la inspiración de Gustavo Bueno Martínez, y de la sólida defensa de la hispanidad y del idioma español que mantiene la Fundación homónima presidida por su hijo Gustavo Bueno Sánchez, por una parte; y por la otra, las clases del profesor argentino Claudio Mayeregger —que con una fuerza inigualable defiende la catolicidad (casi sinónimo de hispanidad)— llegó a mis manos, el texto de Sir William Cobbett. Mayeregger, cita a Chesterton en una de aquéllas fabulosas clases, y gracias a él, enseña que llegó a Cobbett.
Como bien explica Tomás Richards —en la Revista electrónica Paco— a la vista del resultado, hoy podría pensarse que Cobbett fue apenas una voz clamando en el desierto, pero en su momento su grito interpretó el sentir de vastos sectores de la sociedad inglesa y concitó una reacción violenta que incluyó incendios y saqueos de graneros y talleres. La historia calla esos hechos, dice Chesterton. La Revolución Industrial no se impuso únicamente por necesidad de la evolución histórica. Su triunfo incluyó también la violencia, la sangre y la eliminación de otras formas de vivir en sociedad. Pero lo más grave, para Chesterton, es que ese triunfo no hizo del mundo un lugar mejor sino algo mucho peor. «El capitalismo ha impedido que el pobre ahorrara, más que impedirle que gastara. Ha impedido el matrimonio respetable, más que la inmoralidad casual. Puede ser que el socialismo amenace destruir la vida familiar, pero el capitalismo ya la está destruyendo. Esto es, sin duda, lo que se quiere dar a entender cuando se dice que el capitalismo es, de los dos sistemas, el más práctico», escribe.
Si de verdad se quiere dar “batalla cultural”, si (de alguna forma) es posible entrar en la “guerra ideológica realmente existente”, es menester hacerlo derribando y demoliendo, cada uno de los mitos, filfas, papachurras, bulos y embustes a que nos tienen lastimosamente acostumbrados, muchos de nosotros mismos, la pérfida Albión y un sinfín de útiles a su causa.
Libro de William Cobbett:
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